Dice que mi madre que desde niño tuve mucha imaginación, sobre todo cuando liaba alguna trastada, y llegaba el momento de dar una explicación; entonces inventaba las historias más descabelladas con tal de librarme del castigo, y algunas eran tan fantásticas que finalmente acababa por salir del lío, ya que todos los adultos terminaban desternillándose de risa sin decidirse a ponerme un castigo ejemplar.
Así, entre descaros e historias, he llegado a la edad adulta yo también, pero la verdad es que estas dos características no las he abandonado. Todavía me gusta ir por ahí contando las mil y una ocurrencias que se me pasan por la mente, plasmarlas en cualquier hoja de papel que me encuentre, o teclear en mi ordenador las palabras que dan forma a mis historias. Por eso, hoy empiezo este blog, para no tener que ir desperdigando a esas hijas de mi inspiración por ahí, ya que temo que algún día esos pedacitos de obras me cobren factura, y acaben en manos extrañas que no sepan valorarlas.
Me declaro un escritor frustrado, pero no porque no sea capaz de plasmar todas las historias que pasan por mi cabeza, sino porque nunca consigo darles un final. Me paso de una a otra sin parar, y no consigo darles un fin que me satisfaga, por eso ninguna acaba de convertirse en una obra completa; pero en vez de venirme abajo, siempre acabo por idear otra, y así sucesivamente hasta que mis historias pueden contarse ya por miles, aunque por desgracia no haya mucho que hacer con ellas más que disfrutar de sus retazos.
Por eso, en este blog me he propuesto escribir historias cortas, tan cortas que no tengan más remedio que caer por su propio peso y buscar un final. Dicen que los profesionales que esa no es manera de organizar un relato, porque todos deben tener unas partes bien diferenciadas, y que se adecuen al argumento en cuestión; pero yo creo que la inspiración viene cuando viene y cómo viene, y que no hay que cuestionarla mucho. Incluso mis pequeños trozos de historias me hacen sentir mucha emoción cuando los releo. Por supuesto, esto no quiere decir que sean buenos o malos, simplemente que ahí están, y he sido capaz de escribir eso que ha salido de mi mente, y que a partir de entonces ya será inmortal.
Me encanta escribir pero, mucho más, idear historias, aventura y relatos originales que no haya experimentado nadie más que yo, o al menos el menor número de personas posible. Así, siento que mi inspiración tiene por fin un sentido, y estas páginas van a ser la herramienta para compartir todo aquello que mi imaginación me permite crear. ¿Quizás mis historias encuentren ahora un final?
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