Quizá os parezca bastante raro y atípico que, justo en estas fechas, a mí se me ocurran cientos de relatos que tratan sobre oscuros secretos y tramas familiares. Se supone que ahora, cuando llegan las fiestas navideñas, los integrantes de las familias dejan al lado sus rencores y rencillas, para pasar unas veladas en sintonía, o al menos lo más agradables posible; claro, siempre hay alguna nota discordante, como el cuñado pesado o el abuelo que se duerme cada media hora, pero hasta eso se intenta soportar aunque sea por una vez al año. Sin embargo, no es tan extraño como pudiera parecer, si lo pensáis bien. Precisamente en esas fechas, cuando pasamos varias horas reunidos con los familiares a los que raramente vemos el resto de días anuales, y con los cuales hay que convivir aunque sea por compromiso, es cuando comidillas, critiqueos, secretos y rumores salen a la luz, más que nada porque a veces la velada es para lo que da, al no tener otra cosa que hablar con una gente que casi es desconocida, por muchos lazos de sangre que nos unan. Eso da material de chismes para los siguientes 365 días, y si hay en la familia alguien como…