Sólo un par de días y ya entramos en Diciembre, y aunque al principio de mes son muchos los países que celebran otras fiestas, en realidad medio mundo tiene la vista puesta en las semanas finales, cuando nos encontremos de lleno en la Navidad, esa época del año que se supone llena de magia, amor y paz. No siempre se cumplen estas premisas, por muy buenos propósitos que todos nos hagamos ahora y al principio del nuevo año; pero es cierto que a todos nos gusta pensar que somos mejores personas de lo que seguramente somos, y queremos que eso se cumpla al menos durante unos días. Envuelto en este espíritu tan solidario, durante algunos años recuerdo que se me han ocurrido las historias más melosas y llenas de amor de toda mi creación. Creo que me he visto influido por las películas empalagosas de cierto canal de televisión que nos bombardea durante todas las vacaciones navideñas, y entre el amor, el cariño y la familia, me salieron unos relatos pastelones que después no prosperaron ni llegaron a nada, y seguro que todavía andan por un cajón. Pero si me acuerdo hoy de ellos es porque, otra vez, vuelve a…